¿Agua filtrada o embotellada? Más que una cuestión de gusto

El agua es un elemento imprescindible en nuestra rutina. Y es que consumimos alrededor de 1,5 litros al día. De hecho, los expertos aseguran que no podemos estar más de 72 horas sin calmar la sed. Una dependencia que aumenta en verano, cuando las altas temperaturas y los golpes de calor llaman a la puerta.

Todos la necesitamos, pero no la consumimos de la misma forma. La salubridad, el medioambiente, el sabor y la textura se convierten en agentes protagónicos a la hora de elegir refrescarnos con la del grifo, mineral embotellada o filtrada.

Para dejarlo claro, ¿qué se considera agua mineral? Pues, según la legislación europea, sería aquella que nace en yacimientos subterráneos, a partir de manantiales naturales o perforados, con unas determinadas características de higiene. Sin embargo, no es la única opción.

manantial[Foto de David Becker en Unsplash]

Volviendo al agua filtrada, hay que decir que ha saltado a la palestra recientemente para hacer frente a los residuos que puede contener el agua del grifo y a la pérdida de beneficios y propiedades naturales que sufre el agua mineral embotellada al atravesar incontables procesos de producción. Surge como una alternativa que combina las ventajas de las otras dos opciones y palia sus defectos.

¿Cuál es su talón de Aquiles? Los filtros que eliminan los residuos y los elementos tóxicos que podrían dañar nuestra salud. Existen diferentes opciones, siendo el filtrado con carbón activado, el uso de luz ultravioleta, el intercambio iónico entre los elementos disruptivos sólidos y el líquido o los filtros en punto final, que depuran el agua físicamente, algunas de las opciones más populares.

Hay hasta filtros con una membrana médica que elimina cualquier tipo de patógeno que pueda afectar a bebés, pacientes inmunodeprimidos o personas con necesidades especiales.

agua botella[Foto de Brendan Church en Unsplash]

El precio no supone una limitación, sobre todo si estás acostumbrado al gasto que implica comprar agua embotellada, ya que, una vez colocado, tendrás agua limpia a golpe de grifo. Además, la filtración pone sobre la mesa la búsqueda de la sostenibilidad, pues aprovecha las redes de obtención y distribución de agua y no precisa de recipientes contaminantes.

Estaríamos entonces ante un suministro accesible, económico y respetuoso con el medioambiente que alejaría la preocupación ciudadana sobre las bacterias e impurezas que puede contener el agua que se extrae directamente del grifo. También desaparecería el elevado consumo energético y la contaminación que produce el transporte y la distribución del agua embotellada.

botella agua[Foto de Steve Johnson en Unsplash]

Y es que, aunque muchas veces el debate se centre en las bacterias que contiene el agua corriente, también es cierto que las normativas y tecnologías que han ido surgiendo en torno a su tratamiento han dado un giro de 180º a su calidad.

¿Qué determina la calidad del agua? Pues el sabor, el nivel de mineralización, el tipo de partículas que contiene y la cantidad de sodio

Teniendo esto en cuenta, cabe mencionar que, aunque el agua del grifo es la que genera más controversia en cuanto a calidad, la embotellada tampoco se libra. Y es que puede llegar a contener microplásticos.

agua de grifo[Foto de Nikita Tikhomirov en Unsplash]

El problema está en que los plastificantes, es decir, los aditivos que se usan para dar flexibilidad y poder manipular los envases, pasen al agua. Por ello, el filtro que se coloca en el grifo funciona a modo de panacea al aportar calidad, eliminar toxicidad y no precisar de envases.  

Aunque, si no te quieres complicar navegando entre los diferentes tipos de filtros que existen, hay una forma de purificar el agua a la que no te podrás resistir: las jarras que cuentan con un mecanismo de filtración. ¿El inconveniente? La capacidad limitada del recipiente.

Nos encontramos entonces ante una nueva forma de beber agua que está tomando partido en los hogares españoles.

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