El efecto del poliéster sobre nuestra piel y la de los bebés

Si te pido que me digas de qué tejidos están compuestas las prendas que llevas puestas en este momento, ¿sabrías contestar?

Hace no demasiado tiempo descubrí algo que hizo cambiar la manera de cuidar de mí y de mis hijos. Nada que no hayamos oído ya, pero tardé en caer. Me faltaba información y ganas de escuchar.

El poliéster es plástico.

A pesar de ser uno de los materiales que más nos rodea, no logramos entender bien el plástico y su impacto en la salud humana. No hay suficientes estudios que analicen el impacto que tiene esta sustancia en cada etapa de su ciclo de vida. Sí los hay en momentos específicos, a menudo en productos o en procesos particulares, pero pocos.

¿Qué implicaciones tiene el plástico a nivel ambiental y de salud?

En cada etapa de su ciclo de vida, el plástico acarrea riesgos específicos para la salud humana, debido tanto a la exposición a partículas de plástico como a sustancias químicas tóxicas asociadas. Nos exponemos constantemente mediante la inhalación, ingestión, y contacto directo con la piel, tanto de forma directa, por comer de un recipiente de plástico o vestirnos con ropa hecha de poliéster, como de forma indirecta o ambiental, inhalando polvo de neumático o fibras textiles o a través de la cadena alimenticia.

Según el estudio “El plástico y la Salud”, elaborado por el Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL), los efectos que podemos sufrir los consumidores por estar expuestos directamente al plástico pueden ser, entre otros, afecciones a los sistemas renal, cardiovascular, gastrointestinal, neurológico, reproductivo y respiratorio; con resultados como cáncer, diabetes y toxicidad para el desarrollo.

El uso continuado de prendas de vestir fabricadas con poliéster puede resultar peligroso para la salud. Así de contundente es la advertencia realizada por científicos del grupo de investigación del Centro de Tecnología Ambiental Alimentaria y Toxicológica (TecnATox) de la Universitat Rovira i Virgili (URV) después de analizar la composición de casi 150 prendas distintas, de diferente origen, procedencia y marca, y encontrar que muchas de ellas contienen metales que en contacto con la piel pueden resultar tóxicos

No entraré en tecnicismos porque no soy experta, pero sí te invito a reflexionar sobre la elección que hacemos al comprar ropa, y más si hablamos de nuestros hijos.

6 datos clave que debes saber

Te doy algunos datos que pueden ser de tu interés a la hora de comprar ropa:

  Los tejidos sintéticos como son el poliéster, nylon, elastano, acrílico, etc., no permiten que la piel transpire, la tela atrapa el sudor y las bacterias en la piel, pudiendo causar irritación e infección. Y debido a que no permite que la piel respire, también puede causar inflamación.

  Cuidado con las prendas que dicen ser antibacterianas, antiolor, antiarrugas, fácil de planchar… porque suelen contener activos peligrosos.           

  Los micro y nano plásticos que desprenden las prendas de poliéster mientras las usamos y durante su lavado, sortean sistemas de filtración y terminan contaminando ríos, mares e incluso nuestra agua potable. Contaminando así la cadena alimentaria.

  El impulso incesante de las marcas de moda rápida para reducir los costes de producción provoca que los trabajadores de las plantas de fabricación trabajen expuestos a productos químicos tóxicos sin el equipo de seguridad adecuado.

  Si piensas que reciclar puede ser la solución, debes saber que, hoy en día, no existen soluciones aplicables a nivel industrial para reciclar tejidos mezclados con poliéster. Es decir, una prenda hecha de un 80% algodón, pero un 20% elastano o poliéster, no se puede reciclar.  O incluso en una camiseta 100% algodón puede haber componentes plásticos en hilos, serigrafías o etiquetas que ya impiden su reciclaje.

  Si bien el poliéster reciclado tiene algunos beneficios ambientales (evita la extracción de nuevas materias primas, ayuda a reducir los desechos plásticos y usa menos energía que el poliéster virgen), sigue conteniendo los mismos químicos dañinos que el estándar.

  Una nota especial sobre el bisfenol A (BPA) que se encuentra en algunas botellas de plástico y por lo tanto en las prendas producidas con ese plástico reciclado. Como informó la Clínica Mayo, “La exposición al BPA es motivo de preocupación debido a los posibles efectos sobre la salud del cerebro y la próstata en fetos, bebés y niños”.

Pongamos soluciones

No es mi intención que este texto te provoque sentimientos de preocupación o frustración, más bien lo contrario. Comprender los efectos que tiene el plástico sobre nuestro cuerpo puede motivarnos a hacer pequeños cambios en nuestros hábitos y adoptar prácticas más sostenibles.

Poco a poco podemos empezar por:

  Solo comprar prendas que necesitemos y evitar decisiones impulsivas.

  Darle una oportunidad a la ropa de segunda mano. Echa un vistazo a este artículo dedicado a la ropa de segunda mano para bebés.

  Lavar las prendas sólo cuando sea necesario, así además alargamos su vida útil.

  Apostar por tejidos 100% naturales como el algodón, el lino, el cáñamo o la lana.

  Fijarnos en la composición de las prendas en las etiquetas nos ayudará a saber de qué vamos vestidos y cómo reacciona nuestro cuerpo. Huir de todo lo que sea poliéster, poliamida, acrílico o elastano.

  Elegir orgánicos siempre que sea posible. Así nos aseguraremos de estar comprando un tejido 100% libre de tóxicos, responsable con la cadena de producción y el medio ambiente.

  Hay sellos que nos pueden ayudar a identificar las prendas más sostenibles. Un sello frecuente en la ropa infantil es OEKOTEX-100 que certifica que el tejido está libre de tóxicos. El sello GOTS certifica que además de estar libre de tóxicos, se considera orgánico por haber sido cultivado de forma ecológica y respetando los derechos mínimos de las personas que participan en su producción.

[Foto de Doble Mirada para Mukhee]

Si bien las prendas sostenibles pueden tener un precio más elevado que las sintéticas, a menudo vale la pena invertir en ellas por razones ambientales y de salud. El poliéster puede ser una opción asequible, pero está teniendo muchas consecuencias negativas para las personas y el planeta.

Experimentar este cambio de mentalidad nos ayuda a reconocer que tenemos el poder de hacer algo positivo, nos genera una mayor satisfacción personal y bienestar, y además puede despertar en nosotros una curiosidad y una creatividad en términos de estilo y descubrimiento de marcas que desconocíamos que teníamos. Es cuestión de tiempo y de voluntad ir dando pequeños pasos. Una vez empezamos a notar los resultados, ya no queremos volver atrás.

Olivia Santirso

Moda Sostenible Infantil

Cofounder Mukhee