¿Alguna vez has oído una campaña que diga: “¡Salvemos los humedales!”? Puedes ser el primero en iniciarla en tu ciudad. ¿Te atreverías? Nosotros te ayudamos, y por lo menos ya tenemos un lema.
Si no sabes qué son o por qué hay que cuidarlos, no te preocupes, es sencillo. Te adelantamos que: todos tendríamos que sentirnos motivados a protegerlos.
Primero, no hay que confundirlos con los pantanos, ya que los humedales son ecosistemas que están vivos y que interactúan con todo: el suelo, el agua, el aire, las plantas y los animales. Además, como curiosidad, los humedales tienen épocas húmedas y épocas secas, y los pantanos siempre tienen agua.
Según la Perspectiva Mundial de los Humedales, la investigación acordada durante el Convenio de Ramsar, que es el Convenio relativo a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas para describir su estado actual, explica que desde 1970 han perdido el 35% de su superficie. Esto se debe a que la opinión pública ignora la importancia de los humedales como ruta de aves acuáticas, ecosistemas complejos de plantas y animales, y como recolectores de CO2.
Y aunque los humedales únicamente ocupan el 3% de la superficie del planeta, lo que pueden hacer te sorprenderá.
Son capaces de suavizar el cambio climático, aunque te somos sinceros, es una lucha David contra Goliat, ya que esas minúsculas porciones de agua se enfrentan contra el gigante del cambio climático que estamos causando.
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Además, pueden mitigar inundaciones: sirven como esponjas que permiten que los excesos de agua sean filtrados más lentamente por la tierra. En España o Francia, por ejemplo, puede ser que no oigas muy seguido sobre inundaciones, sin embargo a los holandeses y a los belgas los humedales les vienen de maravilla para frenar las crecidas de los ríos.
Sí, ya empezamos a ver su importancia. Sirven de embalse para inundaciones y también de depósito de CO2. En segundo lugar, la importancia de los humedales es justamente lo que no se ve, lo de dentro. En sus aguas se desarrollan ecosistemas de especies florales, faunas silvestres y una alta proporción de especies endémicas únicas en el mundo. Por ejemplo, en el humedal que se forma en el Delta del Okavango, en Botswana, se encuentran miles de especies de plantas, decenas de especies de mamíferos y cientos de especies de aves. Un caso poco usual de delta, en el sentido de que este río no desemboca en el mar.
Y sobre todo, lo más importante es que son cobijo para especies amenazadas y de suma importancia para la migración. Algunas aves acuáticas utilizan los humedales como escala para poder migrar de forma segura a través de grandes extensiones de territorio.
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Con su desaparición progresiva, diversas especies se han encontrado aisladas, incapacitando su migración y, por lo tanto, su reproducción. Además, no hay que olvidar que son lugares preciosos e ideales para pasar una tarde con la familia.
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Pero, ¿cómo los protegemos? Obviamente no podemos volver a llenarlos con agua, pero mucho menos dejar que se sequen. Sí llegan a secarse permanentemente, se liberaría grandes cantidades de CO2 a la atmósfera, diversas especies de animales y plantas podrían extinguirse y la ruta migratoria de muchas aves quedaría cortada.
No lo podemos permitir. Entonces, ¿qué podemos hacer?
¿Recuerdas que te preguntamos al comienzo si querías ser el primero en comenzar una campaña para salvar a los humedales? La mejor forma para protegerlos es concienciar a la población sobre su importancia: durante décadas se han hecho campañas de desecación porque se les ha considerado zonas inútiles o insalubres durante años. Pero ahora conocemos su importancia y debemos transmitirla, para que todos la conozcan y no permitan o apoyen sin saberlo la desaparición progresiva de los humedales.