Entrevista a Rosana González, directora de Relaciones Laborales en Compass Group

Compass Group

Rosana González es directora de  Relaciones Laborales en Compass Group en donde ha puesto en marcha un proyecto que llamó nuestra atención, llamado Woman’s Academy. A lo largo de su trayectoria ha participado en proyectos relacionados con violencia de género, discapacidad y riesgo de exclusión social. Estos proyectos siempre han estado orientados a las personas y a la parte social, principalmente, debido a su carrera (estudió derecho) y su máster en el área de recursos humanos.

Rosana tiene una energía extraordinaria y nos cuenta que “tengo la suerte de poder crear e impulsar proyectos que, además de generar impacto positivo, contribuyen a objetivos sostenibles. Y por esa parte, me siento muy feliz y agradecida.” Desde aquí le deseamos muchísima suerte en sus nuevos proyectos y el mismo entusiasmo.

“Comprendí que esto no iba solo de promocionar mujeres, sino de trabajar desde el origen del problema, de preparar a las mujeres para que puedan avanzar por sí mismas.”

¿Del 1 al 10 cómo de sostenible te consideras? 

Bueno, no me puntuaría con un 10, porque creo que nadie es perfecto y la perfección no existe. Depende del campo, claro, pero un 8 me parece un notable alto, y me siento a gusto con esa puntuación.

¿Por qué te puntúas así?

Yo me puntuaría con un 8 porque, desde que empecé mi carrera profesional, he trabajado siempre en el área de personas, especialmente en empresas de servicios, que suelen tener muchos empleados. En este tipo de empresas, el capital más importante son las personas. Y dentro de la palabra «personas», incluyo todo tipo de diversidad, claro. Mi área de Recursos Humanos está muy ligada a gestionar personas, preocupándonos por colectivos diversos, tanto a nivel de género, como de raza, cultura, capacidades o cualquier otro factor.

Además, he tenido la suerte de desarrollar mi carrera en empresas donde la diversidad y la igualdad no solo son fomentadas, sino que se consideran un valor clave para la organización. En estas empresas, la diversidad no se ve solo como un objetivo social, sino también como un activo que potencia la actividad, los valores y los propósitos de la compañía. Cuando llegué a Compass hace casi 7 años, traía este enfoque en mi ADN, ya que venía de un entorno organizacional donde la diversidad, la igualdad y el apoyo a colectivos en situación de vulnerabilidad eran valores muy arraigados.

No solo veo la diversidad como una necesidad de contribución social, que es lo que puede llevar a muchos a hacer estas acciones, sino que va más allá. Creo que la diversidad no solo beneficia a la sociedad, sino que también es un factor que impulsa a la compañía. Cuando llegas al punto de entender que, no solo por convencimiento, sino porque de verdad lo crees, estás contribuyendo a algo que es positivo para todos (para la empresa, los clientes, la sociedad…), es cuando ocurre el «clic» y te conviertes en alguien que contribuye de forma más natural, casi inconsciente.

A nivel personal, ¿en qué aspecto social / ambiental te has involucrado más y qué crees que te ha llevado a ello? 

Desde que era jovencita, tenía apadrinada a una niña. Hoy colaboro con Oxfam, porque en aquel entonces había una campaña de apadrinamiento muy bonita: los niños te enviaban una tarjeta por Navidad, por tu cumpleaños… La niña se llamaba Rosana y era de Guatemala. Incluso me llegó a enviar una foto. Era como tener una hermanita al otro lado del mundo. Estuve colaborando con ese apadrinamiento durante varios años.

Más adelante, en mi caso también hemos colaborado con Cruz Roja, principalmente a nivel económico. Es cierto que, cuando trabajas, tienes familia y responsabilidades, se vuelve más complicado organizarse para dedicar tiempo a otro tipo de acciones. Pero siempre tienes la opción de colaborar económicamente.

Afortunadamente, gracias a mi trabajo también tengo la oportunidad de contribuir de otra forma. Por ejemplo, dentro de Compass lidero el área de Diversidad e Inclusión, lo que me permite participar en proyectos sociales desde dentro, y eso también es muy enriquecedor.

¿Cuál es el hito más importante en tu empresa?

Muchas veces, las empresas hacen cosas valiosas sin ser del todo conscientes del impacto que generan. Cuando me incorporé a Compass, venía de un entorno muy concienciado con la parte social, porque mi experiencia previa estaba muy vinculada a servicios sociales. Habíamos trabajado en ámbitos como la ayuda a domicilio, donde te encuentras con realidades muy duras: personas mayores abandonadas, residencias para personas con discapacidad, menores en situación de vulnerabilidad, y también muchos casos relacionados con violencia de género. Todo eso te da una visión muy clara de las necesidades reales de la sociedad.

Al llegar a Compass, una de las empresas más importantes del sector de colectividades en España y a nivel internacional, entré inicialmente en el departamento de Relaciones Laborales. Y fue precisamente a partir del trabajo en el Plan de Igualdad cuando comenzó a gestarse algo más grande. Muchas personas asocian el Plan de Igualdad con una cuestión social, pero lo cierto es que también tiene un peso legal muy importante, con implicaciones en negociación colectiva, protocolos, normativas… Por eso su desarrollo se llevó a cabo desde el área de Relaciones Laborales.

A partir de ahí, comenzamos a dar forma al área de Diversidad, Igualdad e Inclusión (DII). Lo que en un principio eran colaboraciones puntuales con fundaciones —como Fundación Integra, Cruz Roja, entre otras— para fomentar la contratación inclusiva, se fue transformando en una estrategia más amplia y estructurada. Surgieron ideas, proyectos y acciones concretas.

Nos adherimos a la Carta de la Diversidad, con todos sus compromisos de sensibilización, lanzamos campañas internas y externas, y nos certificamos como Empresa Familiarmente Responsable. En este marco, pusimos en marcha muchos proyectos de conciliación, desarrollamos el protocolo de acoso sexual, y también uno específico para casos de violencia de género, especialmente pensando en mujeres que se incorporan a la compañía tras haber salido de entornos muy difíciles. La idea era facilitarles un camino de integración más sencillo y digno, con opciones reales de continuidad, movilidad y desarrollo profesional dentro de la empresa.

Creamos también Compass Diverso, un proyecto dentro de Recursos Humanos, enfocado en ofrecer un canal directo a personas con dificultades, para que pudieran contactar con el área y recibir apoyo tanto para trámites internos como externos. Fue muy satisfactorio ver cómo empezó a funcionar. Al principio me costó un poco impulsar al equipo; había cierta desconfianza o desconocimiento sobre el concepto de DII. Pero con el tiempo, vi cómo el equipo empezó incluso a ir más rápido que yo, proponiendo nuevas ideas y comprometiéndose con fuerza.

Hoy, participamos cada año en el Diversity Challenge y hemos consolidado un área realmente potente. Entre los proyectos más destacados está Woman’s Academy, una iniciativa que nos hace especial ilusión por su enfoque en el desarrollo del talento femenino y la igualdad de oportunidades.

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Cuéntame más de la Woman’s Academy…

Para mí, este es el proyecto estrella. Engloba todos los ingredientes que queríamos desarrollar dentro de la compañía. Woman’s Academy nace con un objetivo claro: llevar a cabo una acción real que genere un impacto tangible en el colectivo de mujeres. En Compass, aproximadamente el 80% de la plantilla está formada por mujeres. Por eso, era fundamental que nuestras trabajadoras sintieran que su papel es importante, que su presencia es valorada y que su desarrollo profesional nos importa de verdad.

No queríamos que se quedara solo en campañas de comunicación. Queríamos una acción concreta, donde la mujer fuera verdaderamente protagonista. Porque sabemos que su aportación a la compañía es enorme y queríamos crear un espacio donde eso se reconociera y se potenciara.

Al analizar nuestra estructura interna, observamos algo común en muchas organizaciones: a medida que se asciende en el organigrama, disminuye el número de mujeres. Y me pregunté: ¿por qué? La causa no era la falta de talento o capacidad, sino la acumulación de responsabilidades familiares, la falta de tiempo para formarse, o las barreras estructurales que dificultan su progreso. Esa falta de formación limita el acceso a puestos de mayor responsabilidad. Es una cadena que hay que romper.

Y entonces comprendí que esto no iba solo de promocionar mujeres, sino de trabajar desde el origen del problema, de preparar a las mujeres para que puedan avanzar por sí mismas. Así es como, en 2022, nace Woman’s Academy.

Se trata de un itinerario formativo que combina dos meses de formación teórica con cuatro meses de prácticas no laborales en uno de nuestros centros de trabajo. El objetivo es capacitar a estas mujeres para enfrentarse a un mercado laboral muy competitivo, dotándolas de herramientas reales que mejoren su empleabilidad: conocimientos técnicos, experiencia profesional y, sobre todo, autoconfianza.

En esta edición, el programa beneficiará a 15 mujeres, de entre 20 y 54 años, en situación de vulnerabilidad —en su mayoría madres— derivadas por la organización San Juan de Dios. El proyecto busca ayudarles a superar las barreras que dificultan su progreso profesional: la falta de acceso a la formación, los desafíos de la conciliación y, en muchos casos, bloqueos personales como el desconocimiento del entorno digital.

Woman’s Academy está financiado por la Compass Group Foundation y cuenta con el aval académico de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV). La formación teórica será impartida por Humano360, que capacitará a las participantes como auxiliares de cocina. Además, durante las prácticas en nuestros centros, las alumnas cuentan con una beca y con acompañamiento personalizado para facilitar su integración laboral.

Durante su incorporación, las participantes reciben apoyo para adaptarse a la dinámica de un entorno profesional real, incluyendo la gestión del estrés, la convivencia con equipos y la relación con superiores. Todo está pensado para que, al finalizar el programa, estén plenamente preparadas para continuar su camino profesional con seguridad, autonomía y oportunidades reales.

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¿Qué proyectos tenéis pendientes de desarrollar y qué necesitáis para desarrollarlos?

Tenemos entre manos un proyecto muy ilusionante —aunque aún no sabemos si verá la luz—, y ojalá podamos hacer otra entrevista dentro de un tiempo para contaros cómo ha evolucionado. Se trata de una plataforma colaborativa que estamos desarrollando junto con diferentes ONGs de diversos ámbitos: conservación del medio ambiente, protección animal, discapacidad, entre otros. El objetivo es ofrecer a nuestros empleados la posibilidad de participar en actividades de voluntariado, eligiendo aquellas que más les motiven o con las que se sientan más identificados.

Además, queremos vincular estas acciones solidarias con nuestros diferentes negocios. Nosotros trabajamos con residencias de mayores, hospitales, colegios… Por eso, la idea es poder organizar iniciativas en las que nuestros empleados puedan implicarse, y que después podamos integrar también en nuestros centros y con nuestros clientes. Al final, es como crear una cadena de valor que beneficia a todos los involucrados. Es un proyecto en el que estamos poniendo mucha ilusión y trabajo.

En plan Orwelliano, en 2084, ¿cómo te imaginas tu empresa?

Pues mira, yo en 2084 espero que ya no estemos hablando de esto. Ese es mi deseo. Porque aunque pensamos que estamos avanzando mucho, en realidad los pasos que damos siguen siendo muy pequeños. A veces creemos que hemos recorrido un gran camino, pero ciertos detalles nos demuestran que todavía queda mucho por hacer.

Me gustaría que para entonces ya no habláramos de lo que falta por conseguir, sino simplemente de los resultados, de lo que hemos logrado. Eso significaría que hemos conseguido normalizarlo, que la igualdad es una realidad, que la diversidad se valora como lo que es: una fuente de riqueza para todos.

Ojalá en ese futuro se entienda que ser diferentes nos hace mejores, que las empresas funcionan mejor, son más productivas, más creativas… y que todo esto esté ya absolutamente naturalizado, sin necesidad de ponerle etiquetas.

Por Gloria Almirall

Top Category Manager de Reasons en The Reason Behind

Experta en Comunicación Corporativa y profesora en ESRP