Un día sostenible es un día feliz

Cambios sostenibles sencillos en tu rutina

Suena una alarma. Son las ocho en punto y debes levantarte. Hoy no será como cualquier otro día. Hoy comenzarás a vivir de una manera más sostenible. Lo sabes: si no eres parte del problema, entonces debes ser parte de la solución.

Aún desperezándote, vas despacio hasta el baño y comienzas tu rutina: skincare con productos veganos (eso de testear cosméticos en animales es MUY del siglo pasado). Lavas tus dientes y sonríes: has comprado un cepillo de dientes de bambú, que cuando deje de servirte volverá a la tierra y será compost al fin. Es orgánico y tardará sólo seis meses en descomponerse (no como su versión plástica que demora cuatrocientos años -vaya diferencia-).

Primer cambio sostenible: CHECK

La ducha te parece ahora la gloria, pues ya no estarás en ella demasiado tiempo: sólo cinco minutos y ya. Piensas que va a costarte poder reducir esos largos baños matinales pero te equivocas: administras a la perfección el tiempo. Pones un cronómetro en tu teléfono, ¡y problema resuelto!

Claro, es porque has leído recientemente que si te duchas cinco minutos gastas cien litros de agua, y si te duchas media hora como solías hacer, gastarías seiscientos (es casi el gasto total diario de una familia promedio).

Segundo cambio sostenible: doble CHECK.


[Imagen de dungthuyvunguyen en Pixabay]

¡Casi lo olvidas! Otro triunfo: has comprado shampoo sólido y le dijiste adiós a esos recipientes plásticos molestos y contaminantes.

De inmediato te pones manos a la obra con tu desayuno: comerás frutas orgánicas de estación y beberás mucha agua. Claro que la fruta de estación fue comprada a productores locales, beneficiando no sólo la economía local sino también reduciendo el embalaje y las rutas de traslado del alimento. Ya ni lo mencionas para tus adentros pero…

Tercer cambio sostenible: súper CHECK

De todas formas, lo primero que haces al entrar en la cocina es casi religioso en tu rutina: beber agua. Pero no es cualquier cosa, ahora es un hermoso ritual. Tienes un purificador de agua y has dejado de comprarla embotellada. De nuevo le dices adiós a los recipientes plásticos (y se siente muy bien).

Continúas con tu primera comida y por supuesto que las cáscaras de la fruta que comerás irán directo a un recipiente para compostar ¡ya nada se tira, todo se recicla! ¿Tus plantas? agradecidas por eso. Esto de hacer pequeños cambios sostenibles en tu día a día está resultando más sencillo de lo esperado.

De pronto, se te viene a la mente el pánico de siempre y crees que llegarás tarde al trabajo. De inmediato reaccionas: ya no viajas en auto y no debes preocuparte por los atascos. Tu bicicleta te lleva a donde sea, por la ciclovía más segura y con mejor paisaje de la ciudad. Como aún tienes tiempo, te dispones a tener tus quince minutos de meditación diaria: una mente sana hace a un entorno feliz.

Atraviesas pues, toda la ciudad para llegar a tu destino. En el camino reflexionas: existen muchas tiendas de ropa que venden a gran escala y generan la necesidad de compra inmediata. Reconoces que hasta hace unos días creías necesitar unas nuevas leggins para estar en tu casa, pero no es así. De hecho, tienes tantas que ya no entraría en tu ropero una más. Lo mejor será que regales algunas, o las re vendas en alguna second hand cercana. Seguro alguien las necesita más que tú. Vuelves a sonreír. Has perdido la cuenta de todos esos cambios sostenibles sencillos que estás logrando casi sin esfuerzo.

Y AHORA, UNA VERDAD

[Imagen de Peggychoucair en Pixabay]

Esta rutina resulta maravillosa, ¿cierto? Y lo es, pero no hay que perder de vista el por qué de su cometido. Debemos asumir los graves problemas que afrontamos en nuestro planeta para lograr el verdadero cambio sostenible en nuestro día a día y hacer que perdure  en el tiempo.

Necesitamos conocer el lado menos amable de nuestra realidad: todos los días el planeta se ve sometido a la contaminación masiva. Y claro, todos las conocemos: exceso de alimentos procesados, fast fashion en demasía, agrotóxicos en nuestra comida, industrias que contaminan el aire.

¿Resultado final? Planeta vulnerado.

La buena noticia es que, aunque los daños son masivos y avanzan día a día, si cada uno de nosotros contribuye de manera eficiente con pequeños cambios diarios, estaríamos ayudando a detener la terrible situación. Y sí, nos afecta ahora y seguirá afectando a las nuevas generaciones si no tomamos cartas en el asunto.

Recordando ahora a Barry Commoner, quien expresó que “La contaminación ambiental es una enfermedad incurable. Solo puede ser prevenida” pienso que no podemos estar más de acuerdo con él. Tenemos el poder de contribuir al cambio.. y puedes empezar hoy mismo, desde que despiertas hasta que vas a dormir: elige ser parte del cambio siempre.

Brenda Basadone

Experta en moda y sostenibilidad