¿Alguna vez has pensado cómo estarían las ciudades sin un buen sistema de reciclaje?
Probablemente nunca te hayas planteado qué sería de nuestros hogares sin una óptima gestión de los residuos. Y, es normal, no es un problema que nos concierne a nosotros. Nuestros ayuntamientos se encargan del reciclaje de residuos y, gracias a ellos, las calles están limpias. Pero no ocurre lo mismo en todos los sitios. En países como el Líbano hay un deficiente reciclaje de la basura que deja las ciudades inundadas de un mar de plástico insostenible.
[Imagen de Mohammad Yassine de L’Orient-Le Jour]
Los comienzos del proyecto del reciclaje
Para Zeinab Moukalled la situación era tan crítica que tuvo que buscar una solución por su cuenta. En los 90, mientras su pueblo, Arab Salim, sufría frecuentes combates, empezó a interesarse por lo que otros no veían. “En los contenedores instalados por el ayuntamiento, había grandes trozos de basura, como cajas de cartón o sillas rotas, que ocupaban todo el espacio, mientras que los residuos orgánicos contaminantes seguían ensuciando las aceras”, comenta.
En 1994, harta del mal olor y la suciedad, decidió tomar cartas en el asunto. Siendo profesora de instituto comenzó a movilizar a decenas de personas para promover el reciclaje de residuos. Se reunió con otras mujeres y replanteó la recolección de basura en el pueblo.
“No sabía nada de medio ambiente, solo era una maniática del orden y la limpieza”
-Zeinab Moukalled
Eligió sólo a mujeres porque, según ella, son más fáciles de movilizar. Además, todas eran alumnas suyas, muy cercanas al corazón del proyecto. Juntas, crearon Nida’ el-Ard, la planta de reciclaje que, a día de hoy, sigue gestionando el reciclaje de residuos en Arab Salim.
[Imagen de Nick Fewings de Unsplash]
Funcionando con la ayuda de todos en el reciclaje
“Las damas de Arab Salim”, como se las conoce en la región, se pusieron manos a la obra y organizaron a todas las casas para que almacenasen sus residuos y se los cediesen a ellas. Khadijé Farhat, una de sus compañeras desde el primer día cuenta cómo Zeinab organizó a las participantes: “Dividió el pueblo en varios sectores y nos asignó uno a cada una. Íbamos de casa en casa, sin descanso, para convencer a los habitantes de que reciclaran sus residuos y nos los entregaran”.
La colaboración ciudadana hizo posible el auge del proyecto ecológico. Desde mujeres que dejaron sus jardines para almacenar la basura, a voluntarios que ofrecieron sus coches cuando no había dinero para la gasolina.En la actualidad, Nida’ el-Ard se ha profesionalizado mucho. Ahora, cuentan con una nave de reciclaje, más financiación y colaboración por parte del ayuntamiento. Aún se encarga de reciclar el 70% de la basura del pueblo. Sin embargo, confían en que se promuevan más iniciativas, ellas no pueden hacerlo solas, aseguran.
Todo esto lo llevaron a cabo en a pesar del contexto en el que vivían y viven en la actualidad. La determinación de Zeinab y sus compañeras fue y es, un ejemplo de superación para todos nosotros. Porque una vez más nos demuestra que el cambio ante la adversidad es posible y está en nuestras manos.