La incidencia de casos de perros con APS o Ansiedad por Separación se ha incrementado en los últimos años, especialmente luego del confinamiento por COVID al que nos hemos visto sometidos. La convivencia constante y permanente con nuestros perros ha provocado que los animales desarrollaran una especie de hiperapego que desemboca en ataques de ansiedad o angustia cuando se quedan solos. Sin embargo, no sólo el confinamiento nos ha llevado a esta situación, sino que la genética de un animal y las experiencias vividas podrían predisponerlo a no gestionar adecuadamente los momentos de soledad y presentar conductas relacionadas con la separación, aunque esto requiere más estudios científicos.
[Foto de Pixabay en Pexels]
¿CÓMO SE SI MI PERRO TIENE APS?
La APS es una dificultad en la gestión emocional de situaciones que generan estrés en el animal, como podría ser que su persona de referencia se fuera de casa, se alejara o que se quedara directamente solo. Generalmente el animal anticipa estas situaciones adversas para él y reacciona con altos niveles de estrés y baja capacidad de gestión de la situación.
Las manifestaciones más evidentes son:
Comportamientos destructivos: morder o rascar muebles, las puertas, el suelo, los zócalos, … En torno al 72% de los perros con ansiedad por separación muestran estas conductas.
Vocalizaciones: lloros, gemidos, ladridos, aullidos, … El 61% de los canes con este problema se manifiestan de esta manera cuando se quedan solos.
Comportamientos de evacuación: pipis y cacas en casa cuando sus humanos se van. El 28% de los perros con ansiedad por separación lo hacen.
Otras manifestaciones: diarrea, jadeo, temblores, deambulación por la casa, excitación y nervios al vernos prepararnos para salir, vómitos, excesiva emoción de bienvenida, autolesiones, beber agua en exceso, sudor en las patas, babeos, no come o bebe estando solo…
Detrás de estas manifestaciones comportamentales, hay síntomas orgánicos que es importante resaltar, ya que la ansiedad es una sensación de desasosiego provocada por una sensación de peligro o amenaza. La respuesta del cuerpo provoca sensaciones desagradables: pupilas dilatadas, falta de aire, tensión muscular generalizada, aumento de pulsaciones, mareos, estado de alerta máxima, …
El caso es tan complejo, que sólo una evaluación intensiva y sistemática puede determinar que tu perro esté sufriendo APS, ya que algunos de los comportamientos antes citados pueden deberse a otros motivos también: que tu perro tenga una energía excesiva, cuestiones de salud no detectadas, aspectos educativos (aún no han sido habituados a quedarse solos, como en los cachorros), influencias del entorno (ej. ruidos), frustración por no poder seguir al tutor o carente capacidad de adaptación al entorno, etc.
[Foto de Lesli Whitecotton en Pexels]
¿SE PUEDE TRATAR LA ANSIEDAD POR SEPARACIÓN?
Como en todos los problemas conductuales complejos, el tratamiento de la ansiedad por separación en perros debe centrarse en las causas (es decir, en la gestión emocional de la soledad), no en los síntomas (los comportamientos que tú ves).
Se trata de que el perro sea capaz, gradual y progresivamente, de abordar exitosamente situaciones que le planteamos, en las cuales deba practicar su gestión emocional. Esta manera de hacerlo, en un ambiente controlado y con situaciones adaptadas a cada animal, se denomina desensibilización, es decir, que el perro vaya reduciendo la excesiva reacción que le provocan las situaciones relacionadas con quedarse solo.
La participación e implicación de los tutores es fundamental para recorrer este camino y alcanzar el éxito. Cada animal también tiene su propio ritmo de aprendizaje, y sus propias necesidades durante el mismo, por lo que es crucial la actualización constante de las estrategias de trabajo en cada caso.
TIPS BASICOS PARA TRATAR LA APS
Lo más importante: evaluar la vida de tu perro, si todas sus necesidades están cubiertas; debemos comenzar por este punto para generar una calidad de vida adecuada a la especie canina y a tu perro como individuo.
Controlar las señales presalida. Llamamos así a toda acción u objeto que pueda hacer que tu perro anticipe que te vas (zapatos, llaves, chaqueta, bolso, hasta atarte una coleta!)
No utilizar juguetes ni comida como elementos extorsivos para engañar a tu perro antes de salir; sencillamente, no funcionan: cuando acabe con ellos volverá a la misma situación inicial de ansiedad.
Absolutamente desaconsejados los elementos que puedan confinar a tu perro en un sitio reducido (jaulas, transportines, corrales…). Además de no ser ético, nuestra experiencia indica que los mejores resultados se obtienen cuando el animal puede controlar el entorno.
Ni hablar de collares de impulsos, eléctricos, pulverizadores, de sonidos o cualquier otro tipo de elemento aversivo que produzca malestar o daño al perro.
Evitar que tu perro entre en pánico mientras vas habituándolo a estar solo, para ello tienes que gestionar que tu perro no se quede solo si no se hace en un contexto de trabajo controlado.
Algunos medicamentos pueden ayudar, pero deben ser indicados por un médico veterinario, preferentemente etólogo, quien también pueda hacer un seguimiento del proceso.
Utiliza musicoterapia y aromaterapia para ayudarte en el proceso; no todos los perros reaccionan bien a ambas, pero muchos lo hacen y resultan beneficiosas.