Recientemente, el consejo de farmacéuticos publicaba una nota de prensa para anunciar una campaña de concienciación acerca de la igualdad en materia de salud. Resulta paradójico que se haga en un país dónde el índice Europeo de Igualdad de Género en Salud se sitúa en un 91,4 sobre 100. Tan sólo por detrás de Suecia, Países Bajos y Dinamarca.
Hay muchísima evidencia científica sobre las diferencias biológicas de hombres y mujeres. El problema surge cuando estas diferencias no se trasladan a la práctica clínica. Si bien cada vez tenemos más evidencias de que para una misma patología los síntomas, la progresión de la enfermedad, y la respuesta al tratamiento en cuerpos de hombres y mujeres son distintos. Todavía hoy tenemos el cuerpo masculino como referencia para determinar síntomas, diagnósticos y medicación. Las mujeres son analizadas bajo el prisma masculino, provocando que sean reiteradamente diagnosticadas con más retraso que los hombres, tal y cómo evidencia el estudio de Nature Communications en 2019 realizado en Dinamarca sobre una muestra de 7 millones de hombres y mujeres. Dónde se concluyó que las mujeres eran diagnosticadas con mayor lentitud que los hombres en al menos 700 enfermedades, con la única excepción de la osteoporosis.
La guía que acompaña esta campaña del consejo de farmacéuticos “La farmacia por la salud de la mujer, cuidando de ti, cuidando de todas” analiza las diferencias entre hombres y mujeres en la incidencia, síntomas y tratamiento de enfermedades mentales, asma, enfermedades cardiovasculares y osteoporosis, en distintas etapas de la vida.
Teniendo en cuenta que hay patologías o procesos vitales como la menopausia que son exclusivos de mujeres; es de vital importancia que la primera línea sanitaria sea consciente de ello. En el caso del climaterio, la bajada del nivel de estrógenos durante la transición menopáusica provoca diferentes síntomas en la mujer que pueden ser confundidos con enfermedades. En muchas ocasiones, el desconocimiento del detonante de los síntomas de la menopausia provoca la sobremedicación de la mujer. Si bien, está clínicamente contrastado que en la mayoría de los casos un cambio de hábitos en nutrición, ejercicio, descanso y la socialización de los síntomas son suficientes para afrontar este momento vital con dignidad y bienestar.
Obviamente, existen terapias para los casos de menopausia precoz y para los casos dónde la severidad de los síntomas impide llevar una vida sin sobresaltos. La Dra. Andrea Gascón, Ginecóloga Servicio Dr. Cortadellas, en la última jornada organizada por la Fundación Corachan sobre Menopausia describió los 3 grupos de terapias que actualmente se emplean para minimizar los efectos de la menopausia: la fitoterapia (plantas adaptógenas), tratamientos locales (cómo el ospemifeno para combatir la sequedad vaginal) y la cuestionada terapia hormonal sustitutiva. En el caso de la menopausia, la elección de la terapia se consensua con la paciente valorando siempre la más eficaz dependiendo de los síntomas.
Los cambios fisiológicos provocados por los bailes hormonales que acompañan a los grandes momentos vitales de la mujer, menarquia, embarazo, post-parto y menopausia todavía hoy son desconocidos para muchos de nuestros sanitarios. La sobremedicalización es una consecuencia directa de este desconocimiento. La Dra. Sara Velasco Arias, Médica y psicoanalista. Colaboradora del Instituto de la Mujer afirmaba ya en el 2005 que, el informe de la OMS, “Género y salud mental de las mujeres” era concluyente con la existencia de sesgo de género en el diagnóstico de enfermedades mentales. “Los médicos son más proclives a diagnosticar depresión en las mujeres incluso con la misma sintomatología y puntuaciones en test que los hombres.”
Y mi pregunta hoy es, ¿cómo vamos a darle la vuelta al sistema sanitario si todavía hoy se invierte 5 veces más en disfunción eréctil, una afección que afecta al 19% de la población masculina, que en el síndrome premenstrual, que afecta al 90% de las mujeres?