Recientemente, he tenido de estar algo más vinculada a los eventos deportivos, ya fuera por disfrute personal o por trabajo.
En este caso, escribiré este artículo y compartiré mi opinión, totalmente personal, basándome en la que fue mi experiencia durante el evento de la Copa del Rey como aficionada de uno de los equipos, pero también como turista y como ciudadana, tratando de ser lo más objetiva posible. Asimismo, trataré de hacer una reflexión en base a otros eventos deportivos a los que he asistido.
También quiero destacar que me voy a centrar en los aspectos menos agradables y muy mejorables de estos encuentros, y que son los que trabajo en mi día a día en mi empresa GenÉthico, tratando de convertir los eventos en actos con objetivos claros y medibles, pero atendiendo a factores de sostenibilidad social, medioambiental y económica.
Los eventos deportivos son eventos generalmente multitudinarios que mueven gran cantidad de dinero y movilizan por completo ciudades, establecimientos, empresas y personas.
En el caso de la reciente final Copa del Rey, se estima la escalofriante cifra de 50 millones de euros para la ciudad de Sevilla, con una movilización de unas 100.000 personas en una ciudad que suele albergar entorno a los 680.000 habitantes.
Grandes multitudes viajan de un lugar a otro con un tono de júbilo y fiesta, con ilusión y ganas de disfrutar de un evento deportivo importante con sus parejas, familiares, amigos, …, pero ¿justifica este entorno festivo y alegre las faltas de respeto y educación? No lo creo.
En este artículo, más allá de reflexionar si se puede viajar con medios de transporte más o menos contaminantes, creo que es importante poner el foco sobre el respeto hacia la población local, su patrimonio, su cultura y su ciudad, además de las facilidades que se ofrece al viajero.
Los residuos
En el caso de la final de la Copa del Rey, los servicios de limpieza recogieron alrededor de 76.000 kilos de basura.
Las personas que viajan para asistir a macro eventos, sean deportivos o de otra índole, tienen tendencia a generar mayor cantidad de residuos que cuando viajan con el fin de descubrir una ciudad.
Más allá de la cantidad de residuos generados, estar de juerga no significa dejarlo todo lleno de basura, suciedad y olores desagradables.
El objetivo de muchos es consumir de forma desproporcionada sin importar el impacto que eso pueda tener. Lo que se busca es pasárselo bien más allá de lo que pueda suponer para la gente local o la ciudad. ¡Ojo! Esto no quiere decir que sea la gran mayoría, por suerte hay mucha gente cívica que utiliza los contenedores previstos para recoger los restos. No obstante, también son muchos los que se refugian en el “por uno más no pasa nada” o tras el consumo de alcohol que desinhibe y a veces hace creerse con el derecho a todo.
Aun así, esto no solo es solo cuestión de responsabilidad individual. Hay un gran factor y es la parte organizativa que tiene que prever esto y poner a disposición información y recursos para paliar en cierta medida esta problemática.
Contaminación acústica
De nuevo, si lo aplicamos al caso de la Copa del Rey, hablamos de un evento puntual, que dura un día y quizás uno más al tener lugar durante un fin de semana. También es cierto que es un día festivo y, a priori, las limitaciones acústicas son un poco menores que durante la semana. No obstante, invadir de forma indiscriminada cada rincón de una ciudad y con cánticos constantes hasta altas horas de la noche no es lo ideal. Se entiende la emoción y la motivación, pero quizás deberíamos hacer un ejercicio de conciencia más amplio y limitarlo a zonas y horas concretas. Esto puede aplicarse a muchas finales (aunque, por lo general, suele ser el fútbol el que genera más este tipo de actitudes).
En otros casos, como torneos de tenis o similares, o los propios JJOO, hablamos ya de más días, incluyendo días laborales par mucha gente que tiene derecho a disfrutar de su descanso.
De nuevo, no es cuestión únicamente individual, sino que el organizador deber prever zonas de recreación y disfrute para las personas que quieran disfrutar del acontecimiento deportivo y diseñarlas de forma que el asistente quiera ir y quedarse ahí.
Falta de respeto al Patrimonio
Considerarse dueño y señor de todo no es una opción. Las ciudades podrán organizarse mejor o peor ante eventos de tal magnitud y de tales características, pero la educación se tiene o no se tiene. Sobra decir que no es necesario subirse a esculturas o edificios históricos produciendo daños y desperfectos, ni miccionar donde a uno le plazca ensuciando toda la ciudad.
Proteger y preservar el patrimonio de una ciudad es principalmente tarea de los locales, pero también de todo aquel que decide un día disfrutar de la ciudad. ¿O nos gustaría que otros lo hicieran en nuestra casa?
No obstante, de nuevo hago guiño a la organización que debe prever personal suficiente y correctamente formado, así como establecer puntos repartidos por la ciudad que faciliten la convivencia entre viajeros y ciudadanos.
Promoción de la violencia y el odio
Los encuentros entre ultras son bastante recurrentes en este tipo de eventos. Esto, a día de hoy, puede controlarse en la gran mayoría de las ocasiones. Cualquier cuerpo de seguridad del estado debería ser capaz de prever estos incidentes, pararlos y penalizarlos con el fin de que no sigan ocurriendo. Estos grupos de ultras dañan mobiliario urbano, destrozan la ciudad, ponen en riesgo a cualquier persona que se halle cerca (incluyendo policías) y, además, acaban empañando la imagen de un evento que podría ser, única y exclusivamente, un encuentro alegre, divertido y bonito.
En estos casos, mal por estas personas, pero ante la posible existencia de estos actos, muchas veces previstos y esperados, se espera que sean evitados y castigados de forma que no se sigan produciendo.
Accesibilidad limitada
En muchas ocasiones los eventos grandes suelen ser celebrados en lugares alejados y que carecen de herramientas y recursos para la accesibilidad universal. Con ello hago referencia a distintos tipos de accesibilidad: física, emocional, cognitiva, digital, sensorial…
En este caso concreto, dado el contrato cerrado por parte de la RFEF (Real Federación Española de Fútbol), el encuentro debía celebrarse en la Cartuja, un estadio algo descuidado, un poco sucio, alejado de todo y, en líneas generales, bastante limitado en cuanto a accesibilidad, más allá de disponer de espacios para personas con discapacidad física que no sé por dónde, cómo o con cuánta antelación habrán tenido que llegar. Aun así, más allá de personas, por ejemplo, con sillas de ruedas, hay que gente que tiene movilidad reducida, gente mayor, gente con niños…. Y el acceso era largo de recorrer, en un terreno desnivelado y mal iluminado. Los baños se encontraban en ocasiones a una o dos plantas de tu asiento, pudiendo acceder únicamente por unas escaleras. Es importante que empecemos a adaptar los venues donde se celebran los eventos a las necesidades de TODA la población.
Abuso por parte de algunas empresas
Se entiende que, a más demanda, se incrementen los precios, pero los gobiernos, ya sea estatal o autonómico, debería poner límites. No es normal que para que alguien puede disfrutar de un acontecimiento deportivo deba endeudarse. Por supuesto, podría simplemente renunciar a ello y no acudir a la cita. Pero, ¿es esto sostenibilidad social? ¿Dónde está aquí la igualdad? Volvemos a situarnos en una posición en la que o tienes un cierto estatus socioeconómico o quedas fuera de la partida. ¡Justicia social en su máximo esplendor! (Entiéndase la ironía).
Asimismo, una vez en el estadio, alrededor del cual no puedes hallar nada y al cual te aconsejaban llegar con unas horas de antelación, te encuentras con que el agua cuesta 5,5€ y otras barbaridades de precios. Como siempre, la idea de lucrarse a toda costa.
Y en esta ocasión me centro en este evento y en esta ciudad en particular, pero es aplicable a otros eventos deportivos, así como a festivales o cualquier encuentro de miles de personas que gire entorno a la celebración y el festejo. La cuestión es que NO TODO VALE.
Lo que está claro es que, aunque hay gran parte de responsabilidad por parte de los organizadores y distintas instituciones de la ciudad de acogida, del mismo modo que hay una gran parte de responsabilidad individual que debemos asumir.
Asimismo, cabe destacar que no todo es malo. Este tipo de eventos da visibilidad a la ciudad de acogida y permite el ingreso de grandes cantidades de dinero para hoteles, restaurantes, tiendas, etc. Además, la gran mayoría son personas que se comportan y respetan el lugar que visitan como si fuera el suyo, disfrutando de lo que la ciudad tiene para ofrecer y compartiendo momentos maravillosos con los locales. Estos eventos también son muestra de compañerismo, solidaridad, alegría, disfrute y vivencias compartidas.
¿Qué podemos hacer entonces?
Como individuos:
- Promover la concienciación sobre estos temas y señalar a quien no respete a los demás.
- Ejercer la empatía y respetar al otro.
- Consumir de forma responsable y consciente.
- Impulsar al pequeño negocio.
- Plantar cara ante los abusos económicos de las empresas.
- Rechazar todo acto de violencia u odio.
Como organizadores:
- Proporcionar las herramientas y recursos necesarios para promover la sostenibilidad social y ambiental.
- Garantizar, trabajando mano a mano con la institución pública, unos precios asequibles para todos sin dejar de lado la rentabilidad del evento.
- Eco diseñar el evento, pensando en cómo podemos hacer lo mismo, pero reduciendo nuestro impacto medioambiental.
- Impulsar la contratación y la promoción de empresas y marcas con propósito.
- Diseñar acciones sociales y ambientales en colaboración con iniciativas y asociaciones ya existentes en la ciudad donde se celebra el evento.
- Proteger ecosistemas vulnerables que puedan verse afectados por nuestro evento.
En ningún momento es cuestión de cohibir el disfrute, sino de aprender a disfrutar sin perjudicar al otro.