Empezamos el año soñando y organizando nuevos planes que nos hacen ilusión y nos motivan cada día. En el artículo de hoy te comparto algunas recomendaciones para planificar una escapada de fin de semana con mirada sostenible 🙂
[Foto de DreamLens Production de Pexels]
Descubre un nuevo lugar
Seguro que son numerosas las ciudades o regiones que no conoces que se hallan relativamente cerca de donde vives.
Puedes, de una forma más rústica, apostar por meterte en Google Maps o similar con el fin de analizar pueblos y ciudades que se encuentren cerca de ti y no conozcas o puedes dejarte sorprender gracias a otras plataformas como Drumwit (que te organiza prácticamente el viaje completo) o los propios metabuscadores de vuelos como Skyscanner o Momondo que te dan la opción de elegir “cualquier lugar” como destino para analizar las opciones más económicas en las fechas de tu elección.
Una escapada de fin de semana puede ayudar a tu bienestar emocional y físico, ayudándote a desconectar de la rutina y a apreciar rincones y experiencias que de otro modo no hubieras descubierto. Asimismo, es una oportunidad de descubrir lugares menos masificados, ya sea por no ser tan conocidos o por aprovechar una época menos concurrida; contribuyendo a la economía local y a la desestacionalización turística.
Elige tu medio de transporte
Siempre que puedas opta por los viajes a lugares más cercanos o que te den opción a llegar en tren. ¿Sabías que el tren emite sólo 14 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro frente a los 285 gramos de CO2 que emite el avión? Estamos hablando de que la cifra se multiplica por 20. El vehículo privado puede variar sus emisiones por pasajero en función del número de pasajeros que viajen en él, pero la media ronda unos 88 gramos de CO2 por pasajero y por kilómetro.
En caso de desplazarte en avión porque no existe otro medio desde tu origen o hacia tu destino, opta por vuelos directos, reduce al máximo el peso de tu equipaje y apuesta por aerolíneas comprometidas con el medio ambiente. Cada vez son más las que te dan una estimación del impacto que generas y te permiten compensarlo, además de que tienen políticas y protocolos de reducción de su huella de carbono.
[Foto de Naiara Ruiz]
Disfrutar del destino
Una vez en el destino, puedes disfrutar de él de una forma positiva y reducir al máximo tu huella negativa. Estamos hablando de 5 puntos críticos:
Alojamiento
Puesta por hoteles más pequeños, locales y que dispongan de algún tipo de certificación o información acerca de prácticas sostenibles que están llevando a cabo. La página de Rusticae dispone de multitud de opciones de alojamiento eco-friendly por toda España, Portugal e incluso algún otro país europeo. Recuerda también que no siempre es cuestión de tener una certificación. Son muchas las empresas, no solo alojamientos, que, siendo más pequeños, no disponen de la estructura, los recursos económicos o el tiempo para meterse en procesos de certificación y no por ello son menos sostenibles. Incluso haciendo una búsqueda rápida en algún metabuscador de tu elección de “hoteles ecológicos o sostenibles” en un destino, te pueden salir multitud de opciones con información más que suficiente para elegir aquel que promueva prácticas como: política de residuo cero, ahorro energético e hídrico, puntos de carga para vehículos eléctricos, políticas de reciclaje, contribución a causas sociales locales, oferta gastronómica de KM0 y de temporada, etc.
[Foto de Pixabay en Pexels]
Restauración
Hablando de gastronomía y a riesgo de repetirme, todo aquel lugar que utilice producto de cercanía y de temporada ya tiene muchos puntos ganados. Si además es vegetariano o vegano, o entre su oferta te decantas por opciones vegetarianas/veganas, estarás reduciendo de forma significativa tu huella ambiental. Una dieta carnívora frente a una dieta vegana emite hasta un 35% más de CO2 a la atmósfera en su proceso de producción. Si hablamos del consumo de agua para su producción, la dieta carnívora requiere 4 litros por kilocaloría, mientras que una dieta vegetariana necesita 1,7 litros y una vegana 0,7 litros. Y por supuesto, más allá de la huella ambiental, si apuesta por el pequeño negocio de toda la vida o por restaurantes que tienen políticas de inclusión, accesibilidad o igualdad, estarás además impactando de forma positiva a través del reparto de la economía de forma justa e igualitaria.
Actividades y experiencias
Infórmate, antes de ir o una vez en el destino, de qué cosas se pueden hacer allí y apuesta por aquellas actividades menos conocidas, esos lugares recónditos menos invadidos o experiencias con una mirada sostenible. Quizás se esté organizando algún festival con impacto positivo, una recogida de residuos en playa o bosque, o incluso existe algún tipo de santuario animal con el que puedas colaborar puntualmente. Eso si, elijas lo que elijas, asegúrate de informarte bien primero, de entender qué supone la actividad, qué tipo de transporte necesitas para realizarla, de confirmar que no atenta contra la biodiversidad del lugar de ninguna forma, de saber si se promueve de alguna forma la economía local y no a “los mismos de siempre” y, por supuesto, más allá de la responsabilidad que pueda tener aquel que organiza la experiencia, piensa en tu rol.
El máximo responsable de aquello a lo que contribuyas, eres tu mismo. Los demás podrán tomar acción de una u otra manera, pero realmente quien decide qué hacer, qué comprar, o si contaminar o no, eres tú.
Consumo
Cuando planeamos tiempo de ocio para nosotros mismos o compartido con otros, suele haber una tendencia generalizada a descuidar el consumo que hacemos. Aprovechando que estamos de viaje y que las cosas ya están pagadas o que es una ocasión especial y puntual, hacemos un consumo descontrolado e impulsivo. Previamente hemos hablado de que nuestro alojamiento debe disponer de prácticas responsables, pero de poco sirve si nosotros nos damos duchas de una hora, dejamos encendida la calefacción o aire acondicionado mientras estamos fuera de nuestra habitación, ponemos a lavar todos los días las toallas o seleccionamos comida de más en el buffet del hotel solo porque nos entra por la vista, aunque realmente terminamos dejándola en el plato. Este tipo de consumo suele estar bastante alejado del que tenemos en nuestra residencia habitual, por lo que debemos ser responsables también cuando salimos.
Otro tipo de consumo es el de los recuerdos o souvenirs. Hagamos un breve análisis de lo que nos llevamos de recuerdo. Procura no ir a elementos plásticos fabricados a miles de kilómetros de distancia y opta por artesanía, productos o alimentos ecológicos locales. Algo tradicional, auténtico y de calidad. Así, no solo reduces tu impacto ambiental, sino que contribuyes a la economía del pequeño comercio, das valor a aquello que realmente lo tiene y esto… ¡sí que es un buen recuerdo! 😉
[Foto de Leah Kelley en Pexels]
Transporte
Sí, lo volvemos a mencionar porque no sólo hay que tener en cuenta el transporte para llegar al destino, sino que también debemos tener en cuenta cómo nos desplazamos en el mismo.
Apuesta siempre por ir a pie o en bicicleta (o en su defecto en transporte público), no solo es por el medio ambiente, sino por tu salud. Recuerda que el ejercicio reduce el riesgo de enfermedades cardiopulmonares, aumenta la capacidad de oxigenación de nuestro organismo, reduce los niveles de estrés, facilita la conciliación del sueño y un largo etcétera, por lo que, además de ayudar al medio ambiente, conseguirás que tu tiempo de ocio impacte de forma positiva en tu salud. Además, no hay mejor de descubrir los rincones más secretos y mágicos de un lugar que perdiéndose por él.
¿Ya sabes dónde quieres ir? ☺