Christian García Montagut es periodista de formación y también hizo un Máster en Marketing y Comunicación. Trabajó durante muchos años en el mundo de la comunicación en diferentes empresas, entre las que está Antena 3, la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (TV3 y Catalunya Ràdio), en donde ocupó cargos ejecutivos.
Hace un año y medio a causa del diagnóstico de una discapacidad visual permanente se vio obligado a dejar de trabajar. Le diagnosticaron una retinopatía de Stargard, una enfermedad regresiva y degenerativa que afecta a la vista. Actualmente, Christian García es un conferenciante especializado en gestión emocional de personas en procesos de adversidad o cambio. Su particular vivencia es el hilo conductor de los discursos que ofrece en sus charlas motivacionales.
Desde hace unos meses está colaborando con SOY FRIGO®, el programa de creación de empleo de Unilever para mejorar la inserción laboral de personas con mayor vulnerabilidad o exclusión social a través de la venta de helados.
La adversidad te presenta oportunidades y tienes que abrazarte a ellas
[Fotografía de Meri Farnell]
¿El diagnóstico es el punto de inflexión?
Sí. Exacto. La redefinición de mi perfil empieza en el momento en el que yo dejo de trabajar como ejecutivo en los medios de comunicación y es ahí donde empieza para mí una nueva vida desde la idea de redefinirme personalmente y con la voluntad de ayudar a todos aquellos que, en alguna ocasión a lo largo de su vida, tengan que enfrentarse a una adversidad como me sucedió a mí. Una adversidad que se presenta en cualquier momento y de cualquier forma y superarla no es fácil.
De mi experiencia ha surgido una teoría que yo he bautizado como la de la Triple A que tiene tres conceptos: Aceptación, Actitud y Adaptación. Estos tres conceptos aplicados de forma ordenada y relacionada hacen que el obstáculo que se presenta a través de la adversidad sea más fácil de superar. Y en eso estoy, con la voluntad de explicar cómo se puede aplicar la teoría de la Triple A y de qué forma puedo ayudar a quien se encuentre con la adversidad sea del tipo que sea: vinculada a la salud, por una cuestión sentimental, o por una cuestión laboral.
Y esto, ¿lo explicas a través de conferencias, entrevistas, etc.?
Sí, doy conferencias a quienes precisan de un discurso humanista. Ofrezco herramientas para superar la adversidad y que sean útiles para quienes tienen dificultades para afrontar un problema en su vida.
Esa es la función en la que ahora me interesa crecer y caminar y hacerlo de la mano de fundaciones y empresas con propósito social. Estoy colaborando con diferentes fundaciones y con algunas empresas a las cuales acostumbro a ayudar desde este mensaje social y sostenible.
¿Y tu colaboración con Soy Frigo va por aquí?
Sí, la colaboración con el programa Soy Frigo nació desde esta idea en tanto que yo también decidí en su día sólo caminar con quien tenga ese propósito. Tanto Frigo como su casa madre, Unilever, tienen unos valores y una cultura equitativa y un propósito que se identifica mucho con la visión que tengo de mi redefinición personal. Ahí nos sentimos cómodos y, por eso, estamos empezando a caminar.
Frigo, a través de este proyecto, está ayudando a la sociedad a que sea mucho mejor porque está pensando en dar trabajo o posibilidades a personas con riesgo de exclusión social, a jóvenes que pueden quedarse sin trabajo, también a mujeres que han sufrido violencia de género o personas con discapacidad para las que cada día es más difícil que encontrar una salida laboral.
El proyecto Soy Frigo, de Unilever, y mi visión están alineados. A mí me parece que Unilever es una de las multinacionales que más propósito y más alma tiene. Es una empresa que se ha propuesto, de cara 2025, dar competencia esencial a más de 10 millones de jóvenes y eso me parece una brutalidad.
Cierto. Mi primera entrevista fue a su directora de comunicación de Unilever, Ana Palencia y más tarde entrevisté a Cristina Nadal, que lidera el programa SOY FRIGO® con una pasión tremenda…
Ana me parece una persona con una sensibilidad especial. Conectamos inmediatamente porque hablamos el mismo idioma. Pero todo el equipo es magnífico, también Cristina y el equipo que trabaja en el proyecto SOY FRIGO®. Unilever está viendo, a nivel internacional, de qué manera puede hacer que el mundo sea un poco mejor. Me siento muy orgulloso de poder ayudar en algo. Mejores compañeros de viaje no puedo tener porque con la capacidad que tiene no hay muchas multinacionales en el mundo que tengan una idea tan clara de lo que necesita la sociedad a nivel global.
[Fotografía de Meri Farnell]
¿Cómo cambia tu vida la enfermedad?
El cambio fue radical, evidentemente. Pasas diferentes fases. Primero pasas una fase de duelo, que llega con el diagnóstico. Y con la no aceptación de la situación. Después, le pones actitud, y te vas adaptando a esa nueva vida.
Yo diría que mi primera fase fue en clandestinidad, porque me encerré en mi círculo más íntimo y en mi adversidad. Pedí tiempo para poder hacerme a la idea y porque no sabía qué evolución tendría. A día de hoy no tiene remedio porque no hay ningún tratamiento que pueda facilitar una mejora. Inicialmente fue muy duro para mí y para mi entorno más próximo, pero también me di cuenta muy rápido de que, si yo anímicamente mejoraba, mi entorno cada vez estaría mejor. Es una correa de transmisión que recomiendo muchísimo porque tengo la sensación de que nos hemos ido ayudando unos a otros y ahí es donde empecé a darme cuenta de que la actitud era fundamental.
Hay una frase de Víctor Frankl del libro de El hombre en busca de sentido que recomiendo muchísimo y dice “la libertad de las personas se mide por la actitud que tú escoges a la hora de afrontar la vida. Esta es la verdadera libertad y es un patrimonio que tiene cada uno de nosotros y que puedes coger y puede poner al nivel que quiera de actitud en cada situación.”
La vida que me quede quiero vivirla como si fuera la segunda que vivo, porque tuve una primera que me pareció fantástica, pero en esta creo que, a pesar de la adversidad, tengo capacidades para hacerla incluso mejor.
Y aquí, hago la genialidad de pedirle que se puntúe en su nivel de socialmente responsable… El equipo de The Reason Behind le puntuamos con un 10.
De entrada, quiero darte las gracias porque no sé si estoy en el 10… Eso lo tendrá que decir quién me vea, porque soy incapaz de evaluarme a mí mismo. Seguro que, si me tengo que evaluar, no me voy a poner un 10, porque siempre se puede mejorar. Aunque sí que tengo que reconocer que hoy soy más responsable y sostenible que antes, -en esa primera vida-, porque hoy miro las cosas de una forma distinta.
Quizá tengo menos capacidad para verlas, pero en cambio tengo más capacidad para mirarlas. Cuando las miro lo hago con el interés de que todas ellas tengan algún propósito. Cuando tú persigues un objetivo claro y te marcas la voluntad de que todo aquello que hagas esté pensado para la gente que te rodea o para la sociedad, aunque tu trabajo sea de hormiga porque es muy pequeño con las necesidades que tienen la sociedad, tienes la sensación de que estás allí empujando, como tantísimos millones de personas. Y me apetece hacer eso. No es un esfuerzo y, de hecho, me satisface porque me hace sentir útil. Y eso es muy importante porque hace muy poco alguien decidió que yo era un «incapaz» y no quiero sentirme así.
En el mundo empresarial, ¿qué puede aportar tu experiencia?
Doy una conferencia titulada “El poder de mirar” centrada en la idea de que mirar, es más que ver, como comentábamos antes. A través de esta charla intento que los directivos piensen más en la idea de mirar a su alrededor, a sus los trabajadores, a los compañeros, a las personas a las que reportan, etc.
Si nos miramos más desde el punto de vista humanístico seguro que estaremos ayudando a que nuestras empresas sean un poco más sostenibles, culturalmente mucho más equitativas, y que tengan un propósito claro más que la necesidad imperiosa de producir o vender y conseguir resultados.
Hace muy poco que las empresas han empezado a implantar su responsabilidad y sus estrategias de sostenibilidad, y eso ahora se implanta en la cultura de las empresas y se visualiza a nivel externo. Cuando esto aflora la reputación de la empresa aumenta y multiplica sus ventas y mejora sus resultados. No debemos perder de vista el negocio, pero tampoco la aportación social que puede ofrecer una empresa.
¿Qué falta por hacer?
Nos falta parar. No sé si significa meditar o significa mirar, o quizás ayudar o hacer algo que no sea solo para nosotros mismos, porque si lo hacemos pensando en los demás seguro que va a revertir en beneficio propio. Para hacerlo tenemos que parar. Si nosotros no somos capaces de parar es imposible que sigamos andando. Lo que hacemos es correr y, si corremos, podemos tropezarnos. Solo parando seremos capaces de caminar.
Yo me pregunto que hubiera sido de mí si hubiera continuado con el piloto automático corriendo por la vida y la vida no me hubiera obligado a parar. No te hubiera conocido a ti ni al equipo de Unilever… no hubiera conocido a muchas de las personas que he conocido en esta nueva etapa.
La adversidad te presenta oportunidades y tienes que abrazarte a ellas.
Y, a la sociedad, ¿qué le pides?
No sé si estoy en condiciones de pedirle muchas cosas a la sociedad. Antes que pedírselas a la sociedad se la pediría a los gobiernos porque a la sociedad le estamos pidiendo mucho: que resuelva los problemas que quienes gobiernan no solucionan; a las empresas les pedimos que hagan eso que los gobiernos no hacen… Los gobiernos están marcando unas reglas de juego cada vez más exigentes para cumplir con los objetivos en sostenibilidad que ellos no cumplen.