Para quienes no conozcáis Auara, que sepáis que es una empresa social en la que creen que “juntos podemos acabar con la mayor de las pobrezas, la falta de agua potable que afecta a más de 700 millones de personas.” Y en ello están desde su fundación, en 2015.
En esta entrevista Antonio nos cuenta su recorrido personal y cómo este se fusiona con el profesional. Estudió arquitectura en Madrid y Milán y la carrera le llevó a visitar unos países que despertaron su conciencia social. Creó Auara para convertir la falta de agua. Y se convirtió en emprendedor social.
Aquí leeréis un punto de vista diferente sobre la manera de entender la sostenibilidad y la vida en general.
La sostenibilidad es como en matemáticas una asíntota: es un lugar al que nunca llegas, pero siempre te acercas
¿Del 1 al 10 cómo de sostenible te consideras?
Mmm…nunca me había hecho esta pregunta. …Supongo que cuando estás metido en proyectos de sostenibilidad tu vara de medir cambia. Si eres una persona autoexigente siempre tienes un objetivo que te reta y que te empuja a mejorar. Como supongo que tengo mucho que mejorar me daría un seis o algo así. Porque hay muchísimo que hacer y que mejorar siempre.
¿Qué actividad te ha hecho sentir orgulloso?
Esto me cuesta mucho porque soy de los que piensa que tu mano derecha no tiene que saber lo que hace tu mano izquierda y creo que es difícil destacar cosas que haces tú en tu vida. Lo que hago lo hago porque me gusta y creo en ello. No es un esfuerzo diario que tengo que hacer.
La respuesta para mí sería tratar mejorar en todos aquellos ámbitos en los que creo que tiene sentido priorizar esfuerzos y priorizar ponerle foco entendiendo también que vivimos en una sociedad que nos empuja muchas veces a ciertas tendencias y a ciertas formas de vida.
Yo siempre pienso que la sostenibilidad es como en matemáticas una asíntota. Es un lugar al que nunca llegas y al que te acercas infinitamente, pero nunca llegas. Nunca eres sostenible 100%. Siempre puedes mejorar y, por mucho que te acerques, es imposible decir “ya soy sostenible”. Ni una empresa ni una persona ni una sociedad. Es una entelequia, algo completamente abstracto.
Supongo que lo que tiene valores el esfuerzo o el tratar de acercarte dentro del mundo en el que estás, en la sociedad en la que vives y el sistema en el que estás metido (tratar de hackearlo y hacerlo lo mejor posible). Lo único que nos haría 100% sostenible es no existir. Yo creo que hay que mejorar un 1% cada día y que el interés compuesto genere un impacto muy grande a largo plazo.
¿Qué te llevó a crear Auara?
Fueron varias motivaciones. Tuve la suerte de viajar y de conocer distintos lugares e involucrarme en proyectos de cooperación en varios sitios cuando estudiaba arquitectura. Estuve trabajando en proyectos de cooperación en Perú, Camboya, Etiopía o Burkina Faso y conocí una realidad que me conmovió y me llevó a tratar de actuar. Desde un punto de vista egoísta también encontré que hacer ese tipo de proyectos me hacía muy feliz. Tenía un efecto químico en mí que era muy positivo y al que me volvió un poco adicto. Espiritualmente, además, me llenaba mucho todo aquello y lo que intenté fue convertirlo en mi trabajo. El planteamiento fue: “si tengo que trabajar ocho horas al día en algo quiero que sea en esto que me hace tan feliz”.
Así que no fue una decisión tipo: “voy a dejarlo todo y voy a hacer un sacrificio”, realmente fue mucho más sencillo: “esto me gusta mucho, me hace muy feliz y quiero esto para mi vida”. Además, para mí fue muy importante el ejemplo de otras personas. Encontrar a gente por el camino que trabajaba en este tipo de cosas, conocerla, convivir con ella y darme cuenta de que yo a esa gente es a la que admiro. Si quiero ser algo de mayor es parecerme a estas personas.
También tuve la suerte de encontrar a la gente con la que hacerlo.Yo volví de Etiopía en mi tercer viaje muy enfocado al tema del agua después de verlo en directo y me encontré con Pablo Urbano, que era un amigo mío del colegio que estaba de voluntario en una empresa social. Estábamos en la universidad e hicimos un match: empresa social y agua. De aquí tiene que salir algo. Y luego nos encontramos a Luis de Sande, que era un amigo de mi padre y el único con experiencia y que sabía lo que era una empresa (y sabía algo del mundo). Luis había tenido una carrera espectacular, distintos másteres, y el currículum que todo el mundo quiere tener. Él también había hecho la reflexión de que en esta vida estamos para cosas que van más allá que tener un currículum y ganar un sueldo.
Es una alineación de muchas realidades pero que, sobre todo, tienen que ver con personas que te inspiran, con las que te juntas y te acompañan… es encontrar a gente buena por el camino.
¿Por qué crees que Auara tiene que existir?
La mayoría de empresas sociales que he conocido, o de iniciativas que buscaron impacto social positivo, arrancan con alguien que se ha encontrado un problema y le parece intolerable o inasumible y tiene que hacer algo.
En Auara encontramos gente en distintas partes del mundo que no tenía acceso a agua potable en el siglo XXI, en un momento de la historia en el que pasan tantas cosas en el mundo y se han conseguido tantas cosas y la ciencia ha avanzado tanto y la economía ha avanzado tanto… de repente encuentras a gente que son tus semejantes y que no tienen lo más básico que es agua. Mueren porque beben agua contaminada o tienen problemas de salud, o no tienen agua para limpiarse una herida y se le infecta y tienen que amputarle una pierna.
Conocimos tantas barbaridades que se dan todos los días y que afectan a tantos millones de personas… Nuestra forma de intentar aportar era esa. Descubrimos que la mayor pobreza material que existe es la falta de agua potable y que queríamos trabajar para tratar de luchar contra ella. Así surge Auara.
¿Cuál es el éxito más importante que habéis conseguido?
Cuando tenemos dudas estratégicas o conceptuales siempre acudimos a lo mismo: para qué existe este proyecto. Existe para llevar agua potable a quien lo necesita.
Los éxitos en los proyectos son lo máximo desde dos puntos de vista. Hay un punto de vista de escala numérica, de datos y KPIs que es muy bonito y te reta y te hace valorar lo que has hecho durante un año. Por ejemplo, este año hemos llegado a 100.000 personas desde nuestro nacimiento en 2016.
Luego está la parte personal, lo cualitativo, el llegar a la persona con nombres y apellidos y ver cómo ha impactado en su vida. Cada proyecto es especial y cada persona vale infinito.
Hay un caso muy bonito en Benín. Fue uno de los primeros proyectos que hicimos. En un viaje encontramos una comunidad que no tenía acceso a agua potable. Acompañamos a las mujeres a buscar agua y vimos la cantidad de kilómetros que recorrían. Cuando volvimos al pueblo una de esas mujeres descubrió a un hijo que había muerto durante su ausencia. Ese momento fue muy duro. Ese niño había muerto porque estaba consumiendo agua contaminada. Pudimos hacer un pozo en ese pueblo y una campaña que consistía en que cambiamos la marca de nuestras botellas. Hicimos una edición limitada con 50 etiquetas distintas con 50 nombres de personas de esa comunidad: #NombresconHistoria. A través de un con un código QR te llevaba un vídeo de esa persona contándote cómo el agua le había mejorado la vida. Si a algo hay que llamar éxito es a esa imagen.
Decimos mucho en Auara que no tiene sentido intentar hacer felices a esa persona a miles de kilómetros sin empezar por la gente que tienes a tu lado trabajando contigo. Para mí la gente que está en el equipo o ha estado en el equipo es el gran éxito. Haber tenido la suerte de encontrarme con estas personas que para mí son como mi familia es espectacular.
Y el último éxito es la entrada de la Corporación Hijos de Rivera como socios. Conseguir casar las dos realidades ha sido un reto muy complicado, pero está siendo un éxito impresionante con mucho trabajo detrás. Todo empieza por tener visión. Nosotros nos encontramos con la visión que tenía Ignacio Rivera y poder llegar a desarrollar esta alianza para mí ha sido espectacular.
¿Qué proyectos tenéis pendientes de desarrollar y qué necesitáis para desarrollarlos?
Yo creo que hay dos frentes. Hay un frente que es del impacto. A mí me gustaría que evolucionáramos como organización y fuéramos capaces de ir más allá de las comunidades más pobres del planeta. Muchas veces debatimos si lo que hacemos es cooperación o emergencia. En la cooperación tú ayudas a una comunidad a desarrollarse y en la emergencia ayudas a gente en riesgo severo. Desde ese punto de vista hay muchos proyectos que vamos a seguir haciendo. Son pozos para llevar agua potable a comunidades que no tienen nada y que no podrían pagar ni un 10% de esa infraestructura.
Pero también me gustaría que, en el futuro, con desarrollo, más conocimiento y más infraestructura, pudiéramos montar empresas sociales localmente. Organizaciones que sean autosostenibles económicamente y que, en vez de hacer donaciones a proyectos, hiciéramos inversiones que puedan desarrollarse creando impacto en sus comunidades a través del agua. Me encantaría que complementáramos el impacto que tenemos desde la donación con una labor de desarrollo de emprendimiento social local.
La otra es a nivel producto. Desarrollar nuevos productos, abrir nuevos mercados y poder convertir más actos de consumo cotidiano en actos extraordinarios a través de una gama de productos que vaya creciendo. En 2023 hemos lanzado una gama de productos de zumos para hostelería que ha sido un éxito, al igual que el lanzamiento del agua sin gas en lata. Hay varios proyectos más y me encantaría que pudiéramos ir encontrando productos en los que aplicar el concepto de Auara y la marca y que puedan ser un éxito comercial. En eso estamos.
¿Cómo motivamos al consumidor para que elija vuestros productos?
Nosotros vendemos un producto que es omnicanal. Estamos en supermercados, en restaurantes y vendemos al consumidor directamente. Para mí es la fuerza de la convicción lo que mueve todo esto.
Que alguien descubra un proyecto y se lo cuente a alguien con quien tiene confianza es el acto de marketing más potente que existe. Si conoces Auara, te gusta la marca, te gusta lo que hacemos y el impacto social que generamos, todos tenemos un amigo que tiene un bar o un restaurante o un conocido que ha tenido hijos y que les da agua mineral.
Creo que la clave está en generar confianza a una persona y que esa persona comparta la confianza con quien tiene cerca.
En plan Orwelliano, en 2084, ¿cómo te imaginas tu empresa?
Últimamente oigo a los gurús y a los especialistas que hablan de cómo será nuestra especie en 2084. Si vamos a ser transespecie y fusionarnos con la tecnología. Si vamos a ser transplanetarios y vivir en distintos planetas…
A mí me encantaría que antes de llegar a eso toda la población de este planeta tenga acceso a agua potable. El mundo tiene muchas inquietudes y necesidades, y desarrollar una especie trasplanetaria probablemente sea necesario para asegurar el futuro de la especie en el largo plazo. Invertir y desarrollar todo esto creo que es legítimo, incluso bueno, pero quizás a veces las prioridades hay que recolocarlas. Nos olvidamos de que mucha gente, cerebros potencialmente geniales y desarrolladores de tecnologías futuras, no pueden dedicarse a eso sencillamente porque viven bajo yugo de la pobreza y no pueden ni siquiera beber agua potable y tener un desarrollo cognitivo normal por el efecto que tiene todo eso en su salud.
Si ponemos el foco ahí, aunque solo sea por una cuestión puramente racional y económica cuanta más gente saquemos de la pobreza lo más rápido posible mejor le irá a la humanidad en su conjunto, porque más gente teniendo la oportunidad de pensar hacia dónde vamos y cómo hacerlo lo mejor posible. Con lo cual creo que el foco habría que ponerlo en que en 2084 el acceso a agua potable se haya se ha superado.