El laberinto de la movilidad: navegando entre crisis y oportunidades

Movilidad

La movilidad urbana se encuentra en un momento crucial de transformación. Ya no se trata simplemente de desplazarnos eficientemente, sino de hacerlo de forma sostenible y accesible.

La incertidumbre económica, la emergencia climática, las tensiones geopolíticas y las transformaciones sociales dibujan un panorama desafiante, pero también abren un espacio para la innovación y una oportunidad de redefinir cómo nos movemos en nuestras ciudades. Estas cuestiones marcarán el presente y el devenir de la movilidad, tal y como pudimos comprobar en el Foro de Movilidad de Alphabet, un espacio de análisis y encuentro de expertos que busca estudiar e investigar los hábitos de movilidad de los españoles.

En este contexto de policrisis, la incertidumbre marca el comportamiento de los ciudadanos: somos más cautelosos y propensos a tomar decisiones cortoplacistas y a buscar seguridad en un mundo que parece inestable. La búsqueda de seguridad y certezas se traduce en una mayor cautela a la hora de adoptar nuevas tecnologías o modelos de transporte, entre otros aspectos, pero al mismo tiempo impulsa la necesidad de crear sistemas resilientes, capaces de responder a imprevistos y garantizar su viabilidad futura. La movilidad no es ajena a esta situación y trata de adaptarse a través de la diversificación de opciones, la planificación inteligente y la anticipación a los posibles escenarios que se presenten.

También podemos apreciar el impacto de otros factores, como la urgencia climática, que exige una transición acelerada hacia un modelo de movilidad sostenible. La electrificación del transporte, el auge de la bicicleta y el transporte público o la integración de los Vehículos de Movilidad Personal (VMP) son tendencias que reflejan la transformación que estamos viviendo en ese sentido.

Sin embargo, la transición no está exenta de desafíos. La volatilidad de los precios de la energía o las tensiones geopolíticas complican el proceso. También complican el proceso la dependencia de materias primas para la fabricación de baterías y las barreras regulatorias. La implementación de políticas coherentes, la inversión en investigación y desarrollo, así como la colaboración entre administraciones públicas, sector privado y ciudadanía son cruciales para acelerar esta transformación y asegurar una transición justa e inclusiva.

No debemos olvidarnos de la digitalización, que juega un papel fundamental en la modernización de la movilidad. Esta  ofrece nuevas herramientas para optimizar la gestión del tráfico. Además, mejora la experiencia del usuario y promueve la eficiencia energética. La integración de la movilidad como servicio (MaaS), la conectividad inteligente y el desarrollo de vehículos autónomos prometen una mayor eficiencia y una reducción de la huella de carbono. El concepto CASE (Conectado, Autónomo, Compartido y Eléctrico) representa el futuro del transporte. No obstante,  su implementación requiere una inversión significativa en infraestructuras y tecnología. Además requiere una adaptación de las normativas existentes y una gestión responsable de los datos.

Además, la integración de los VMP en el espacio urbano es un claro ejemplo de los desafíos y oportunidades que presenta la nueva movilidad. Su potencial para mejorar la conectividad de la “última milla” y reducir la congestión es innegable. Sin embargo,  su proliferación exige una planificación cuidadosa para garantizar la seguridad vial. Además, permite la convivencia con otros modos de transporte y la equidad en el acceso al espacio público. La creación de infraestructuras específicas o la regulación del uso de estos vehículos son elementos esenciales para su integración exitosa. Al mismo tiempo, es fundamental abordar la problemática del aparcamiento y la recarga de estos vehículos. Por otro lado, hay que gestionar  su ciclo de vida para minimizar su impacto ambiental.

En el contexto español, las diferencias políticas en torno a las estrategias de movilidad añaden una capa de complejidad adicional. Las discrepancias entre administraciones y la controversia generada por medidas como las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) dificultan la implementación de políticas efectivas. Además,  generan incertidumbre entre los ciudadanos. Un diálogo constructivo entre instituciones, la participación activa de la ciudadanía y la búsqueda de soluciones consensuadas son imprescindibles para superar estas tensiones. Por otro lado, permitirá  construir un futuro de movilidad sostenible y adaptado a las necesidades de todos. La movilidad no debe ser un campo de batalla político, sino un espacio de colaboración para construir ciudades más habitables, saludables y resilientes.

Daniel Ruiz, jefe de Desarrollo de Negocio y Consultoría en Alphabet España