Como nos afectan los cambios de rutinas a humanos y animales

Rutinas

Ha llegado otra época en la que debemos cambiar la rutina de nuestras vidas, en ocasiones porque las circunstancias nos obligan (confinamiento, enfermedad…), en otras porque lo decidimos nosotros (vacaciones, mudanzas, nuevos horarios de trabajo…). Nuestras rutinas se resienten, nos sentimos perdidos, nos cuesta adaptarnos. 

En general cualquier cambio produce incertidumbre, miedo, desconfianza, desconcierto, desorganización, inseguridad… porque implica una modificación en las contingencias o circunstancias de nuestro entorno a las que estamos acostumbrados. Y la incertidumbre genera cierto temor, al menos al principio, hasta que volvemos a conocer y a tener control sobre la nueva situación.

Cambios en las rutinas

Las rutinas que establecemos para nosotros, nuestros niños o nuestros animales, tienen un sentido, una finalidad. Se establece una coherencia en nuestras acciones, automatizan nuestras tareas y nos ayudan a ahorrar tiempo.

Sin embargo, en ocasiones vamos en contra de nuestros propios ciclos biológicos y de los de nuestros animales. Un ciclo biológico es un “conjunto de fenómenos o cambios que experimenta un organismo (o sucesión lineal de organismos) hasta el punto de partida, donde comenzaría una nueva serie de cambios”.

Así, seguramente habrás experimentado cambios a lo largo del día (ciclo circadiano: tener sueño o hambre a determinadas horas, por ejemplo.), cambios relacionados con la luna (ciclo circalunar: a lo largo de 28 días se observan fluctuaciones en aspectos emocionales o fisiológicos en animales y vegetales, por la atracción gravitacional de la luna) y cambios anuales (ciclo circanual, que dura un año y afecta a las horas de luz, el clima y determina las estaciones del año). Todos los procesos biológicos de un organismo están relacionados con estos ciclos: alimentación y nutrición, sueño y descanso, energía y temperatura corporal, reproducción y relaciones sociales, metabolismo general (funcionamiento de sistemas y órganos), muda y crecimiento del pelo, conducta y aprendizaje.

Rutinas

Los humanos hemos perdido la posibilidad de vivir según nuestros ciclos naturales por diversidad de motivos, y por acoplarse a nuestra forma de vida, lo mismo ha ocurrido con nuestros compañeros animales.

De esta manera, no es normal levantarnos muy temprano o muy tarde, o desayunar a deshoras, si nuestro cuerpo no lo pide. Pero así y todo, y forzando la máquina de nuestro organismo, aún hemos podido crear una estructura de rutinas prolongadas en el tiempo (trabajo, colegio, horarios asociados, etc.). Estas rutinas  nos dan una cierta estabilidad y equilibrio, y otra vez, nuestros compis animales se han adaptado a ella.

Como hándicap añadido, al menos nosotros podemos salir y exponernos a estímulos diversos, o decidir comer e ir al baño cuando queramos, mientras nuestros compis están limitados a que nosotros se lo facilitemos.

Efectos de los cambios de las rutinas en nosotros y en nuestros animales

En esta época de Fiestas de Fin de Año sentimos aún más los cambios de rutinas. Pero estos cambios también se producen en situaciones más normalizadas: cambios de domicilio o traslados por vacaciones.

En mayor o en menor medida, según la situación, las rutinas pueden verse trastocadas considerablemente. Se ven afectados los ciclos de sueño y hay dificultades para dormir. Si pasas mucho tiempo sin exponerte al sol puedes padecer ansiedad. Esto probablemente también sea una consecuencia del uso prolongado de teléfonos, televisores, ordenadores, etc. Se ha reducido el ejercicio físico a su mínima expresión  y en determinados casos, la estimulación mental y cognitiva. Todo esto también influye en los horarios de comida, saltándonos algunas, y cambia nuestro estado emocional: sentimos irritabilidad, mal humor, cansancio… En menor medida se producen cambios también en vacaciones, porque los horarios se relajan e invertimos mucho tiempo en realizar actividades que no solíamos hacer.

Nuestros compañeros animales también sufren estos cambios. Recuerda que tus compis están acostumbrados a gestionar su tiempo por sí mismos durante todas las horas en las cuales tú vas a trabajar. El solo hecho de que ahora estés todo el día en casa porque tienes días libres, para ellos ya es una distracción brutal: te observan comer, te acompañan al baño, duermen cerca de ti, ven la tele (o la soportan) contigo, te roban los calcetines, se meten bajo tu silla, te traen sus juguetes, recogen las migas de tu comida, huelen olores que no suele haber en casa todos los días (velas, comida, elementos de limpieza, tu olor corporal de varios días en pijama…  ). 

Rutinas

Toda esta actividad afectará sus ciclos diarios, las horas de descanso, los momentos de comida y la relación con los miembros de la familia

En el caso de los perros, si la actividad en el exterior está limitada, el ejercicio físico será insuficiente. Si por el contrario, estás de vacaciones y no paras un momento, tus compis estarán reventados. Estas nuevas rutinas, como en los humanos, pueden provocar cambios emocionales y de conducta: apatía, irritabilidad, aburrimiento, excitación… 

En los gatos puede ser aún más complejo. Su naturaleza les lleva a necesitar dormir muchas horas al día, entre 12 y 15 si son adultos, 20 en cachorros. Si toda la familia está en casa, y particularmente si hay niños, no podrán dormir las horas necesarias. Si te lo llevas de vacaciones y lo cambias de entorno le  provocará también más intranquilidad o falta de sueño.

Alejandra Gomes d´Amaral

Bióloga con orientación en Etología y  Educadora canina y felina

@alejandragomesdamaral