Los autocares que realizan servicios de transporte discrecional, regular especial y turístico constituyen uno de los modos más sostenibles, seguros y accesibles que tenemos los ciudadanos para desplazarnos. Sin embargo, esta contribución a la nueva movilidad responsable que demanda la sociedad se ve limitada por un marco regulatorio que les impide desplegar todo su potencial al no permitir la venta plaza a plaza de sus asientos disponibles.
Hablamos de un transporte a la demanda, flexible y eficiente orientado a resolver las necesidades de movilidad de la personas del país. Todo ello, además, con los más altos niveles de seguridad vial. Esto se demuestra de forma consistente y año tras año los datos de siniestralidad publicados por la Dirección General de Tráfico. Sin perjuicio, asimismo, de su importante efecto reductor del impacto medioambiental del transporte de viajeros. Cada autocar saca de la carretera una media de nada menos que 13 coches particulares y con ellos sus emisiones y consumos de combustible. Y, por supuesto, teniendo muy en cuenta su decisiva contribución a paliar la pobreza de transporte. Esto se da especialmente en el caso de la falta de acceso o acceso limitado para llegar a los destinos.
Sin embargo, los servicios del discrecional, del regular especial -escolar y laboral- y del turístico no aportan toda la sostenibilidad y eficiencia que podrían a la movilidad de las personas. Esto se debe a que están regulados por una legislación diseñada hace cuarenta años. Pongamos algún ejemplo.
El éxito de crítica y público cosechado en nuestro país por la cantante Taylor Swift se concretó el año pasado en un par de conciertos celebrados en el estadio Santiago Bernabéu. Estos conciertos reunieron a más de 70.000 personas cada uno. Esto se vio reflejado en términos de transporte. En total, más de 140.000 personas que incrementaron la movilidad en la capital de España esos días en un 12%. Esto supone una estimación de más de 20.000 viajes en coches particulares compartidos. Esto significa que generaron por encima de un millar de toneladas de CO2. Así como un buen atasco en las zonas afectadas de la ciudad. Habrían bastado apenas 1.500 autocares para evitar esos 20.000 automóviles circulando por el centro de la capital.
Con la venta plaza a plaza en el discrecional y grandes eventos como el de Taylor Swift o su aplicación a necesidades tan diversas como las de quienes se desplazan a rutas de esquí, espectáculos taurinos o a trabajar en polígonos empresariales, la movilidad de las personas sería realmente mucho más sostenible.
Sin embargo, para que todo ello sea posible, se puedan retirar vehículos particulares de la carretera. Así como su consumo de combustible y nivel de emisiones. Sería posible utilizando un medio tan eficiente como el autocar, especialmente si se propicia la mayor ocupación posible de sus plazas. Por ello, es necesaria una mayor sensibilidad por parte de las Administraciones Públicas hacia los servicios discrecionales, regular de uso especial y turístico. Una sensibilidad que pasa por una desregulación sectorial, que permita el “bus compartido”. Se conseguirá por la venta plaza a plaza, mediante la modificación del Artículo 99 de la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres (LOTT). Ley de 1987 que no responde a la realidad y necesidades de la sociedad actual.
Como ocurre con el discrecional, el transporte escolar y laboral, en tanto que modos colectivos de desplazamiento, contribuyen también a una movilidad más sostenible. Con esta movilidad sostenible se evita el uso de vehículos particulares. Sin embargo, tanto en un caso como en otro, en los últimos quince años se han perdido en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística, cinco y tres millones de pasajeros, respectivamente. Es fácil pensar que muchos de ellos se han transformado en viajes en coche particular para llevar a los niños al cole o en desplazamientos de sus padres para ir al trabajo. Menos eficientes y más contaminantes.
Más allá de los beneficios del “bus compartido” aplicado al regular especial sería interesante que las Administraciones Públicas valoraran, por ejemplo, extender los buenos resultados de la reciente campaña de promoción del transporte escolar realizada por la Comunidad de Madrid a otros territorios, apoyándose en ayudas directas, incentivos fiscales o la creación de bonos escolares para la contratación de transporte escolar en centros educativos. No hay forma más eficiente, sostenible y segura de ir al cole.
De igual modo, y por los mismos beneficios, sería recomendable la promoción y fomento de Planes de Transporte al Trabajo. No en vano, buena parte de la importante caída experimentada por este tipo de servicios desde hace quince años se debe no solo a la falta de incentivos, sino al desincentivo que supuso entonces el tratamiento fiscal del “Plus Transporte”.
En el caso del transporte turístico, igualmente colectivo y sostenible, el despliegue de su auténtico potencial requiere que las Administraciones Públicas lo integren en sus planes de movilidad colectiva y modelos de gestión eficiente, evitando las restricciones de acceso a las Zonas de Bajas Emisiones.
En definitiva, el transporte discrecional, regular de uso especial y turístico es el auténtico “transporte a la demanda”. Se trata de el que mejor resuelve las necesidades de desplazamiento de las personas en nuestra sociedad. De la forma más eficiente, segura y sostenible. Su desregulación permitiendo la venta plaza a plaza, el “bus compartido”, facilitaría el despliegue de todo su potencial.
María del Carmen González Polo, directora de la Asociación Nacional de Empresarios de Transportes en Autocares (ANETRA)